La sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europea
(ESA), que lleva una década viajando por el Sistema Solar, saldrá de su
“hibernación” para comenzar a trabajar en el primer aterrizaje de la historia de un vehículo espacial terrestre en un cometa en vuelo.
La ESA consagró 1.000 millones de euros (unos 1.365 millones de dólares) a esta
ambiciosa misión, que despegó en marzo de 2004 a bordo de un cohete Ariane 5
desde el Centro Espacial Europeo de Kurú, en la Guayana francesa con rumbo al
cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko.
El aparato, que viaja a 135.000 kilómetros por hora, estará aún a nueve
millones de kilómetros de su objetivo.
En mayo, cuando Rosetta esté a solo dos millones de kilómetros de su anfitrión,
acometerá la que se considera la maniobra crítica, en la que corregirá su
velocidad y su trayectoria, y empezará a enviar fotografías del
67P/Churyumov-Gerasimenko.
En agosto, más de diez años después de salir de la Tierra, llegará a las
proximidades del cometa. Entonces se dedicará a cartografiar la superficie y
enviará datos a la Tierra para encontrar "el mejor lugar de
aterrizaje".
Una vez seleccionado el punto idóneo, la sonda liberará un vehículo de 100
kilogramos de peso, Philae, que se posará sobre el cometa.
"Por primera vez seremos capaces de analizar un cometa durante un largo
período de tiempo" y eso nos dará "una visión interna de cómo
`trabaja` un cometa para ayudarnos a descifrar el papel que desempeñan en el
Sistema Solar", sintetiza Matt Taylor, científico que interviene en la
misión.
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Diana Lopez